CARLOS ALCORTA, ACTO DE PRESENCIA (Juan Francisco Quevedo)

CARLOS ALCORTA

ACTO DE PRESENCIA

Poesía reunida, 1986-2020

Ed. Trea, 2023

CARLOS ALCORTA: UNA VIDA, UN POETA

Con Acto de presencia no nos encontramos ante un libro más de de una de las voces más autorizadas y prestigiosas del panorama poético en español, nos hallamos ante lo que podríamos denominar un libro de libros, un volumen que se constituye en un homenaje justo y merecido, en una cuidada edición, a un poeta de esa generación que surge al amparo de la transición y que comienza a publicar en la década de los ochenta del siglo XX. Desde esos primeros tiempos, Carlos Alcorta siempre ha estado presente a través de diversas publicaciones en este difícil mundo de la poesía, erigiéndose en una voz respetada y consolidada en el tiempo. No ha sido de esos poetas que tras unos prometedores primeros pasos, su eco se haya ido diluyendo hasta circunscribirse prácticamente a esa red de relaciones que algunos poetas van tejiendo para salvarse de una realidad desértica, casi sin lectores. Bien al contrario, Carlos Alcorta ha ido creciendo y afianzándose con cada nuevo título,  hasta llegar a ser hoy en día una referencia imprescindible dentro de la poesía de las cuatro últimas décadas.

Desde su primer libro de poesía, publicado en 1986, catorce nuevos títulos han ido apareciendo periódicamente en prestigiosas editoriales. Cabría añadir un libro de poemas inédito que nos regala en esta edición de su poesía reunida con el sugerente título de Los demonios del mediodía (1997), escrito precisamente cuando los demonios de la conciencia empiezan a acosar en la mitad de la vida, allá precisamente donde Dante decía encontrarse inmerso en las tinieblas de una selva oscura.

Da vértigo el hecho de pensar la dedicación y el amor desmedido a la poesía de un autor a lo largo de toda una vida, a esa necesidad de usar el lenguaje como vehículo de conocimiento, sino para intentar comprender el mundo que nos rodea sí, al menos, para intentar conocernos a nosotros mismos. La poesía de Carlos Alcorta es una constante búsqueda de la verdad que acompaña al hombre, al poeta, una búsqueda que se transforma en una lucha constante, más que consigo mismo, contra sí mismo, en un ininterrumpido examen de conciencia, como el propio autor dice en la nota preliminar que antecede a su obra. Toda esa experiencia emocional culmina en una duda permanente que ha acompañado al poeta hasta sus dos últimos libros, publicados en el año 2020, Fotosíntesis, un libro revisado en el tiempo, y Aflicción y equilibrio, donde los versos derraman y desprenden desgarro y son, a la vez, refugio. Actúan, a pesar del sufrimiento, como bálsamo reparador dentro del pulso emocional en el que se envuelve y agita el poeta, dentro del latido vivencial que le posee.

A lo largo de su vida literaria, Carlos Alcorta consigue en su poesía entramar la filosofía con el dolor, la muerte con la culpa, el amor con la lucha, la creación literaria con la salvación a través del lenguaje. Con estos mimbres, el poeta profundiza en el conocimiento de su propio yo a través de la experiencia personal, con la emotividad asociada que conlleva. Con la verdad que supone esa inmersión íntima, con la entrañable cercanía que desprende, con esa complicidad, se aproxima inevitablemente a la sensibilidad del lector.

Carlos Alcorta sabe intelectualizar su poesía conservando la suficiente lucidez como para no dejarse arrastrar por la autosatisfacción del hermetismo indescifrable. El poeta nos sumerge en la cotidianeidad de la vida, incluso y a menudo de su propia vida, con su verdad, a veces con la poética, que bien es cierto que se confunde con las otras que hay en ella hasta no diferenciarse en esa suma de multitud de verdades poliédricas que configuran al ser humano.

Con este planteamiento poético, es fácil para el lector asimilar a su experiencia personal las dudas y angustias que el poeta nos plantea utilizando siempre una premisa común a toda su poesía, el uso del lenguaje con precisión y, en muchas ocasiones, con la intención de provocar un aldabonazo, un disparo a la conciencia capaz de sorprender al lector y estimular esas fibras neuronales y sensitivas que conducen directamente a la emoción a través de la belleza. Incluso de esa belleza con tintes tenebrosos que surge al escarbar y que se encuentra en las profundidades abisales de la memoria y de la conciencia.

Es de agradecer que el autor haya decidido no suprimir sus poemas iniciáticos pues, al fin, son el principio de un sendero por el que ha transitado al son que nos va imponiendo la vida y su acontecer, por el que se ha ido constituyendo el poeta y el hombre a lo largo de los sumandos de tantas experiencias que, irremediablemente, se verán reflejadas en sus versos. Ya en su primer libro se ve con rotundidad al poeta que habría de germinar y culminar en libros posteriores, un poeta con un elaborado lenguaje, al que se ha mantenido fiel en el tiempo, plagado de metáforas desconcertantes y atrayentes: No restituye/el trazo apasionado de las sílabas/lo tangible. Lo inventa. Y traiciona.

Los versos y los poemas van fluyendo, desde las primeras páginas de Acto de presencia, impregnados de una armonía rítmica dónde ya podemos ver no al poeta que será, sino al que siempre fue: Porque sobran las palabras, mujer, / me acerco con cautela hasta el cálido/umbral de tu vientre… (Un lugar en la memoria -1988- ).

En estos comienzos se trasluce con nitidez unas características que siempre han escoltado a su poesía, una preocupación por el lenguaje a través de la indagación metapoética y una catarsis biográfica que hacen de su poesía una significativa fuente vivencial en la que con el tiempo ha ido dando paso a una poesía más descriptiva que lírica, con una marcada tendencia a aumentar la reflexión existencial…

Carlos Alcorta añade a su experiencia vital un rasgo fundamental que se trasluce en su poesía, escribe desde la seguridad que te aporta poseer un gran bagaje cultural adquirido a través de la lectura. Autor de una trayectoria impecable, con una magnífica obra literaria, es uno de esos poetas capaces de provocarnos mareas interiores desde un presupuesto poético que trasciende la anécdota y lo cotidiano para universalizarlo y trascender. Sin duda estamos ante una de las voces más personales y poderosas del panorama poético en castellano, en la que la poesía se torna viva y vivida. Carlos Alcorta imprime a su poesía un marchamo personal que hace de él un poeta identificable, pleno de personalidad y con una poderosa voz propia.

El autor nos brinda, a modo de epílogo, tres poemas recientes e inéditos, que bien pudieran ser la antesala de un nuevo libro que se esté fraguando en la soledad introspectiva que precisa el creador. En cualquier caso, desde estos últimos poemas también se manifiesta un deseo que se acompaña de una realidad tangible, la voluntad de proseguir con la feliz idea de hacer acto de presencia más allá de este Acto de presencia que nos ofrece. Esperemos que un nuevo libro no se aleje demasiado en el tiempo. Entre tanto, disfrutemos de la poesía de un poeta que nos brinda un libro imprescindible, un libro de libros desde el que nos lega el fruto de toda una vida entregada a la poesía. Es el momento de disfrutar, en la lectura, de la poesía de Carlos Alcorta, una poesía que define una época, una poesía que, por otro lado, viaja más allá del tiempo al que se circunscribe para hacer acto de presencia permanente.

Es indudable que en este volumen de su poesía reunida, con el sugerente y activo título de Acto de presencia, hallamos aquello que el autor desea: Ojalá en alguno de los poemas de este libro encuentre el futuro lector a ese otro yo distinto del que soy y sea capaz de verse a sí mismo y de reconciliarse con sus demonios.

Juan Francisco Quevedo

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